Creemos que tenemos nuestros "traumas" bajo control hasta cuando nos convertimos en madres/padres. ¡Ahí, la cosa cambia! Cuando entramos al mundo de la crianza, el hipocampo (estructura cerebral relacionada con la memoria y aprendizaje) evoca recuerdos dolorosos que estaban guardados en el inconsciente, parcialmente "superados" o que, como mecanismo de defensa, lo aislamos al terreno de la negación.
Posiblemente te has visto diciendo algo como: " cuando era pequeño a mí me pasó a,b,c situación, pero no me afectó”; “a mí me criaron a la antigua y eso me hizo más fuerte”, “en mi familia me decían la gorda, pero era de cariño”; “mi abuelo no me dejaba levantar de la mesa hasta que el plato quede vacío”.
Si tú ya eres madre/padre, coincidirás conmigo en que inevitablemente estos "flask back" de la infancia - que de alguna manera los hemos racionalizado - vienen a nuestra mente a modo de recordatorio de lo que NO QUEREMOS repetir con nuestros hijos/as.
Castigos físicos, gritos, humillaciones, abandono, rechazo, indiferencia, sobreprotección, vicios de tus cuidadores, posiblemente marcaron tu niñez y adolescencia, obligándote a encontrar una forma de supervivencia, ya sea desarrollando una personalidad hostil y/o sumisa o buscando vías de escape como el alcohol, drogas, relaciones interpersonales vacías y superfluas, entre otras alternativas contraproducentes.
Entonces, regresando a las primeras líneas de este texto, aquellos “traumas” que permanecieron dormidos, tocan nuevamente nuestra vida en forma de heridas que no fueron subsanadas. Y, es aquí en donde el/la niño/a interior requiere sanación para que nuestra versión adulta sea capaz de romper con estos patrones de conducta desadaptativos, tanto para nosotros como individuos, como para la familia que hemos creado y de la que somos cien por ciento responsables, especialmente de nuestros hijos/as.
Antes de continuar quiero decirte que, de ninguna manera, eres culpable de las heridas que te causaron cuando eras un/a niño/a. Si las personas que debieron protegerte, garantizarte amor y un entorno seguro te dañaron; ahora es el momento de darte a ti mismo ese abrazo cálido que siempre mereciste recibir.
Somos digno de vivir libre de las ataduras del pasado; por lo que una buena gestión de estas marcas emocionales puede convertir las heridas en fortalezas y habilidades para la vida y para el proceso de crianza; ya no desde el enfado y el resentimiento, sino desde la ternura, bondad, respeto y amor.
El primer paso para romper los patrones generacionales ya lo has dado, pues se trata de reconocerlos y aceptarlos. Posteriormente, el tratamiento psicoterapéutico será fundamental para el proceso de sanación. De la mano de un/a profesional de la salud mental calificado/a, realizarás un viaje terapéutico para explorar aquellas situaciones del pasado que incidieron en tu forma de percibir el mundo y cómo te desenvuelves es él.
En terapia, podrás hablar de estas heridas bajo el cuidado de tu psicólogo/a, con el fin de que el dolor no se profundice en ti, sino para que los puedas transitar y liberes el peso acumulado en tu mente y corazón. Por medio de técnicas terapéuticas apropiadas para ti, este camino de sanación te conducirá a vivir plenamente.
Regresar a nuestros orígenes, mirar con ternura a nuestro/a niño/a interior es un acto de valentía y responsabilidad. Si decidiste dar este gran paso felicítate y reconoce tu valor. Eres capaz de cambiar y de redirigir el destino de tu vida y de los tuyos con responsabilidad.
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